



Como ráfaga de pensamientos que anidan en mi cabeza y rememorando los acontecimientos que han dejado su marca en acorazados diálogos intermitentes de personas, de voces y de luces, se hace presente la reflexión sobre los momentos que representaron alguna vivencia significativa sobre los archivos en el viejecito año que terminó para siempre de nuestro tiempo y espacio y, que sólo resta instaurar la memoria de la historia y de los sucesos plasmados en documentos de este periodo del calendario gregoriano. Sin duda ha sido el "Foro Internacional de Archivos y Derechos Humanos", convocado por el Consejo Internacional de Archivos, a través de la sección de Asociaciones Profesionales de Archiveros y Gestores Documentales, así como la Sociedad para el Desarrollo Científico de la Archivística, los días 9,10 y 11 de diciembre de 2008, en la Ciudad de México.
De entrada celebro de buena voluntad que se lleven a cabo estos Foros Internacionales, contando con la presencia de destacadas personalidades como Perrine Canavaggio, Secretaria General adjunta de la International Council on Archives (ICA) y de Gabriela Salazar, Presidenta de la Sociedad para el Desarrollo Científico de la Archivística, S.C. (SDCA), entre otras destacadas personas. Por otra parte, se ha dado un paso significativo para el quehacer profesional de los archivistas en el contexto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuanto a la investigación, la información y la transparencia de los archivos que sean de gran transcendencia para los pueblos y las comunidades y, en esa medida la certeza de su identidad y el reconocimiento de sí mismos y el de su historia prevalecerá mediante su memoria documental, procurándo mejores oportunidades de crecimiento, de desarrollo y de fortalecimiento para su devenir histórico.
Sin embargo, aún es amargamente gris el interés y la participación de los propios archivistas en estos foros –por lo menos en México- y además, su población involucrada con los archivos aún no se ha sacudido del letargo en el que ha estado sumergida por mucho tiempo para darse cuenta de lo importante de no perder de vista su identidad y su memoria histórica, ¿desinterés?, posiblemente. Como un dolicocéfalo que adolece por excederse de su diámetro craneal, nuestra historia parte desde siempre, de una inconmensurable desigualdad que todo el tiempo sufre y, nomás no hay remedio; en ese tenor, ¿quién puede certificar que se cumpla con la Declaración Universal de los Derechos Humanos en nuestro país?, si de lo que estamos hasta la coronilla es de reglamentos y leyes, así como declaraciones que quedan en "letra muerta", esto es, que no se cumplan o se ejecuten sus artículos establecidos con total transparencia para la protección de sus comunidades y en esa medida todo el caudal de su fuerza se pierda en una franca impunidad permanente. La incidencia que tienen los documentos con los archivistas es indiscutible, desde luego, que conseguir y lograr el propósito de los derechos humanos no es sólo de los archivos, ni de los archivistas: es tarea fundamental de cada participante de una comunidad y de una sociedad, que eso sí, una de las múltiples tareas de los archivistas es sacudir al de a lado, para despertarlo del letargo en el que ha estado inmóvil e indiferente.
A 60 años de su adopción y proclamación de los derechos humanos que registró la Asamblea General de las Naciones Unidas, poco, muy poquito se ha logrado en Latinoamérica y muchos menos con los archivos que den cuenta de acontecimientos transcendentales para los pueblos. La cuesta aún está inclinada.
De entrada celebro de buena voluntad que se lleven a cabo estos Foros Internacionales, contando con la presencia de destacadas personalidades como Perrine Canavaggio, Secretaria General adjunta de la International Council on Archives (ICA) y de Gabriela Salazar, Presidenta de la Sociedad para el Desarrollo Científico de la Archivística, S.C. (SDCA), entre otras destacadas personas. Por otra parte, se ha dado un paso significativo para el quehacer profesional de los archivistas en el contexto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuanto a la investigación, la información y la transparencia de los archivos que sean de gran transcendencia para los pueblos y las comunidades y, en esa medida la certeza de su identidad y el reconocimiento de sí mismos y el de su historia prevalecerá mediante su memoria documental, procurándo mejores oportunidades de crecimiento, de desarrollo y de fortalecimiento para su devenir histórico.
Sin embargo, aún es amargamente gris el interés y la participación de los propios archivistas en estos foros –por lo menos en México- y además, su población involucrada con los archivos aún no se ha sacudido del letargo en el que ha estado sumergida por mucho tiempo para darse cuenta de lo importante de no perder de vista su identidad y su memoria histórica, ¿desinterés?, posiblemente. Como un dolicocéfalo que adolece por excederse de su diámetro craneal, nuestra historia parte desde siempre, de una inconmensurable desigualdad que todo el tiempo sufre y, nomás no hay remedio; en ese tenor, ¿quién puede certificar que se cumpla con la Declaración Universal de los Derechos Humanos en nuestro país?, si de lo que estamos hasta la coronilla es de reglamentos y leyes, así como declaraciones que quedan en "letra muerta", esto es, que no se cumplan o se ejecuten sus artículos establecidos con total transparencia para la protección de sus comunidades y en esa medida todo el caudal de su fuerza se pierda en una franca impunidad permanente. La incidencia que tienen los documentos con los archivistas es indiscutible, desde luego, que conseguir y lograr el propósito de los derechos humanos no es sólo de los archivos, ni de los archivistas: es tarea fundamental de cada participante de una comunidad y de una sociedad, que eso sí, una de las múltiples tareas de los archivistas es sacudir al de a lado, para despertarlo del letargo en el que ha estado inmóvil e indiferente.
A 60 años de su adopción y proclamación de los derechos humanos que registró la Asamblea General de las Naciones Unidas, poco, muy poquito se ha logrado en Latinoamérica y muchos menos con los archivos que den cuenta de acontecimientos transcendentales para los pueblos. La cuesta aún está inclinada.
ZeetobÁ
Imagen: Integrantes de la InternationaL Council on Archives (CIA) durante el Foro. Fotografía: Luis Alvarado García.
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